Al considerar el ´parcours´ des ´les Blues´ en 2011 los franceses van mirando las cifras de su querida selección y concluyen que tienen defensa, pero que no saben marcar.
En 2011, destaca el número 17: 17 partidos sin perder (el último fue contra Bosnia-Herzegovina el 7 de Septiembre de 2010), pero también 17 goles en 13 partidos. Cifras que aún son una mejora al compararlas con el año 2010, en él que anotaron una media de un gol por partido.
Todo esto no tiene que sorprender a nadie. En efecto, Francia lleva tiempo jugando sin 9. Desde que se fue del Lyon, por alguno extraña razón, todo el mundo relacionado a su carrera futbolística ha intentado transformar a Karim Benzema en un delantero punta. Cosa que, simplemente, no es.
En el fútbol inherente al sistema 4-3-3 que en los últimos años, en gran medida bajo impulso de los tremendos éxitos del Barcelona, un delantero punto puede tener dos perfiles: el primero es rápido, juega con cara hacia la portería adversaria, abre muchos huecos y define a primer toque, el segundo es alto y fuerte, se queda cerca del área, gana duelos en el aire y permite subir al resto del equipo guardando el balón.
El anteriormente mencionado Benzema tiene, sin duda, muchas cualidades, pero su perfil no corresponde con ninguno de estos dos. No tiene la velocidad y la definición del primero, ni la estatura y el posicionamiento del segundo. Sólo hay que considerar el último partido con su selección - frente a Bélgica - para ver que sigue bajando hacia la línea medular a pedir balones: siendo algo que a ningún 9, de cualquier perfil, se le debería ocurrir.
Entonces, tenemos ante nosotros a un jugador anacronístico que no tiene su lugar en esta generación del fútbol o más bien un modelo de jugador híbrido, de nueva generación al que el sistema mismo se debería adaptar?
